Repican los timbales, de fondo se escucha la voz de Jairo Paba, que dice:
“estos son los Rumberos Caribeños”. Al escuchar la señal, los 48 jóvenes
que están divididos en dos bloques en las esquinas de la cancha del
parque Betania, comienzan a bailar al ritmo de salsa hasta llegar al
centro, pero un fuerte grito los sacude.
“Sonríe, por ningún motivo puedes dejar de hacerlo. No importa que sea
un ensayo. Todo tiene que verse perfecto”, grita Vicky Maldonado, directora
y fundadora de la comparsa a una de las bailarinas.
Aunque el regaño fue para una sola, los demás jóvenes integrantes, cuyas
edades oscilan entre los 13 y los 20, se sienten aludidos, y sonríen de
tal forma que se les ve hasta los molares. El grito sirvió, no hay duda,
cada vez se ven más coordinados y expresivos. Además la variedad de ritmos
que bailan, entre los que están chachachá, calypso, merengue, zamba,
reguetón, y principalmente salsa, los ayuda para verse más impactantes en
escena.
Pero más allá del alto estándar de danza que proyectan, es el carisma, el
swing, y la elasticidad de esos jóvenes, lo que los hace resaltar entre
muchas agrupaciones. Tanto que en la presentación del sábado pasado en la
Fiesta de Danzas y Cumbias, parecían bailarines profesionales y generaron
comentarios entre el público como “viste cómo elevaban las piernas, todos
parejos, iguales”.
Es un arduo trabajo el que noche tras noche los bailarines, que deben
asistir a los ensayos uniformados, y portando las camisetas que llevan
sus nombres, perfeccionan sus coreografías. Sobre todo, por hacerle honor
a su lema: “la disciplina y la perseverancia son hermanas gemelas del triunfo”.
Y fue gracias a ese nivel de exigencia que la comparsa, que inició en el
año 2001 en la categoría infantil, y como sus integrantes fueron creciendo
les tocó cambiar en 2008 a juvenil, obtuvo un puntaje de 297,2 sobre 300, en
la Fiesta de Comparsas. Con ese resultado suenan ahora como una de las
favoritas para llevarse este año su tercer Congo de Oro. Cuando los
danzarines aún estaban pequeños se alzaron con dos Congos más.
“Yo comencé aquí a los 10 años y no me cambio por nada, porque además de
bailar, en la comparsa aprendemos de valores. Nos enseñan a ser mejores
personas”, afirmó Adlai Pérez González, de 20 años.
Sin duda, lo que más les sobra es el sabor y las ganas de gozarse el Carnaval,
haciendo lo que más les gusta: bailar.
La juventud, su esencia. Curiosamente, el hecho de que los bailarines fueran
creciendo representó un gran obstáculo para la comparsa, porque debido a sus
edades “quedaban en el aire”, pues no podrían concursar ni en la infantil ni
como adultos.
Por eso, su fundadora Vicky Maldonado, asegura haber presentado varios documentos
ante Fundación Carnaval, para que los dejaran participar como juveniles.
Todo por mantener viva la comparsa, que representa su gran sueño de vida.
Y es esa misma juventud la que Vicky quiere reflejar a través del vestuario,
que año tras año se confecciona con los colores azul, plateado y fucsia, pero con
diferentes diseños. “Esos colores denotan energía, vitalidad, juventud,
espontaneidad. Eso somos los Rumberos Caribeños”, explicó Maldonado.
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